Fake news, verificación y responsabilidad: un análisis deontológico en la era de la posverdad

Publicado el 26 de noviembre de 2025, 16:32

Daniel Mate Repullo

En los últimos años, el ecosistema digital ha transformado radicalmente la forma en que consumimos y distribuimos información. Las redes sociales, los algoritmos de recomendación y la velocidad de difusión han creado un contexto propicio para que las noticias falsas, la desinformación y los contenidos manipulados proliferen con una facilidad sin precedentes. Ante este escenario, resurgen preguntas esenciales sobre la ética periodística, la responsabilidad de los medios y el papel de las audiencias

El problema: de la información a la desinformación viral

El término fake news se volvió omnipresente especialmente a partir de 2016, con las campañas de desinformación detectadas en procesos electorales como los de Estados Unidos o el referéndum del Brexit. Si bien la manipulación informativa no es un fenómeno nuevo, la novedad radica en la escala y la velocidad con la que puede difundirse.

La desinformación puede presentarse de muchas formas: noticias inventadas, bromas que se toman como reales, información sacada de contexto o contenidos que parecen venir de fuentes fiables pero no lo son. Todos estos tipos de engaños generan problemas éticos porque no solo cambian un dato, sino que pueden alterar la forma en que la gente entiende la realidad.

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La ética periodística se apoya en ideas básicas como decir siempre la verdad, comprobar bien los datos, ser independiente, ser claro con el público, asumir responsabilidades y corregir los fallos. Pero en el mundo digital muchas veces no se cumplen estos principios. La rapidez con la que se quiere publicar información provoca errores importantes.

Un caso muy conocido ocurrió en el atentado de Boston de 2013: varios medios reconocidos difundieron datos falsos que habían salido en foros como Reddit y señalaron a personas inocentes. La presión por informar antes que nadie acabó perjudicando a gente que no tenía nada que ver. Este caso plantea un dilema clave: ¿Debe la urgencia informativa estar por encima de la verificación?


Redes sociales y responsabilidad compartida

Antes, la ética de los medios se centraba solo en lo que hacían los periodistas y las redacciones. Pero hoy intervienen muchos más actores. Las plataformas digitales, con sus algoritmos, pueden hacer que los contenidos falsos se vuelvan virales porque generan mucha interacción. Los propios usuarios también ayudan a difundir desinformación cuando comparten cosas sin leerlas bien, o sin comprobar si son ciertas.

Además, existen bots y campañas coordinadas que dificultan saber de dónde viene realmente la información. Redes como Facebook, X, TikTok o YouTube han creado sistemas para controlar y revisar contenidos, pero muchos expertos creen que estas medidas no son suficientes o no son lo bastante transparentes.

Podcast recomendado: "The Dark Side of Social Media Algorithms" (BBC World Service)

La manipulación visual creada con inteligencia artificial es hoy uno de los mayores desafíos para el periodismo. Imágenes completamente falsas, pero muy realistas, pueden difundirse como si fueran verdaderas en cuestión de minutos. Un ejemplo fue la imagen inventada de una explosión cerca del Pentágono en 2023, que se volvió viral y provocó incluso caídas momentáneas en los mercados financieros. Aunque la foto era falsa, sus consecuencias fueron muy reales. Este tipo de casos reabre un debate ético importante: ¿deben los medios mostrar estas imágenes para advertir a la gente o, al hacerlo, corren el riesgo de seguir dándoles visibilidad? La mayoría de códigos éticos recomiendan publicarlas solo cuando sea necesario, siempre acompañadas de una explicación clara y un contexto que ayude al público a no caer en el engaño.

Para enfrentarse a este panorama, se plantean varias soluciones. Una es apostar por un periodismo más lento y cuidadoso, priorizando la verificación sobre la rapidez. También es clave la transparencia: explicar al lector cómo se obtuvo la información y qué pasos se siguieron para comprobarla. Otra herramienta fundamental es la educación mediática, ya que la ciudadanía necesita aprender a identificar fuentes fiables, detectar imágenes manipuladas y reconocer sesgos. Además, avanza la idea de obligar a etiquetar todo contenido generado por IA, para que el público pueda distinguirlo fácilmente. Y, por último, la colaboración con verificadores independientes, como Maldita.es o Newtral, ayuda a reforzar la lucha contra la desinformación.

La confianza en los medios no se recuperará únicamente con nuevas herramientas tecnológicas; estas pueden ayudar, pero no sustituyen los principios básicos del oficio. Es fundamental reforzar la ética periodística y actualizarla para afrontar los desafíos que plantea el entorno digital, donde la desinformación circula con gran velocidad. Valores como la veracidad, la responsabilidad y la transparencia deben mantenerse firmes, porque son los que garantizan que la ciudadanía reciba información fiable y pueda tomar decisiones informadas. Solo así el periodismo podrá seguir ejerciendo su función democrática y recuperar su credibilidad en esta etapa marcada por la posverdad y la manipulación constante de contenidos.


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Comentarios

Alberto Muñoz Pozuelo
hace 3 días

La desinformación hoy en día se ha convertido en uno de los mayores problemas que enfrentan los periodistas. La labor de informar de una manera objetiva y real se pierde cuando el objetivo principal de los periodistas o medios es el de ganar dinero, ya que si no existiera la monetización por "clicks" muchos de los casos de clickbait y fake news se reducirian.

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